UN ARTE EN VÍAS DE EXTINCIÓN

Recibo por correo electrónico, y a veces en su formato impreso, la revista The Pathologist. En el ejemplar de diciembre de 2019 encontré dos artículos relacionados bajo el título general de «El arte de la patología macroscópica» (The art of grossing) .

Cory Nash, autor del primer artículo, que se titula «El arte de la biopsia. Encontrando la belleza en el área de inclusión» (The art of the biopsy. Finding beauty in the grossest room in the hospital), trabaja como «ayudante de patólogo (o patólogos)» (pathologists’ assistant) en el Departamento de Patología de la Universidad de Chicago, actividad laboral que no parece existir de manera generalizada en nuestro país. En los Estados Unidos de Norteamérica estas personas realizan buena parte de la descripción macroscópica y la inclusión de las muestras para que el médico patólogo las analice.

El artículo de Nash empieza preguntándose por qué siendo la patología macroscópica una labor tan importante en la que inicia el estudio de las muestras que llegan al laboratorio, parece haber una tendencia entre los patólogos a subestimarla e incluso a soslayarla: «¿Por qué algunos están ansiosos de hacerla a un lado cuando, de hecho, el examen macroscópico es la pesquisa más importante y bella que pueden llevar a cabo?

Tras una descripción en la que califica al área de inclusión como un «caos organizado», nos muestra la actividad incesante que reina allí, incluyendo a los residentes que, apresurados, se entregan a una especie de danza ritual para apaciguar a los dioses de la Anatomía Patológica (con invocaciones a Virchow), sin apenas tener tiempo para desahogar sus necesidades fisiológicas y conseguir un bocado que llevarse a la boca. Los ayudantes como él oscilan entre hacer la descripción macroscópica, ayudar a los residentes y responder las preguntas de los técnicos. En medio de todo, se escuchan todo tipo de ruidos, desde las conversaciones de los presentes, hasta los sonidos que emiten instrumentos como las sierras de Stryker.

Pese a tamaño pandemonio, Nash asegura que se puede encontrar una gran belleza en ese lugar si uno sabe dónde posar la mirada: «Según la luz incida en el espécimen, el que practica este arte puede manipular la muestra de manera tal que se demuestre la relación del tumor con las estructuras vecinas. Modificando la orientación del espécimen para que la luz alcance a la muestra desde un ángulo diferente, podrá revelarse la presencia nuevas estructuras. Ser capaz de describir el color de la muestra usando solamente los elementos que forman el espectro de la luz visible no es suficiente, porque su diversidad le exige al artista hacerlo con precisión y de manera sucinta, distinguiendo entre amarillo y ocre, entre rojo y marrón, entre gris y blanco. ¿Qué diferencia puede haber si un tumor mide 2.3 cm o 2.4 cm? ¿Tiene algún significado una discrepancia de apenas 0.1 cm? ¿Será correcto redondear la cifra?».

Y prosigue Nash ponderando lo que el llama el arte de la patología macroscópica: «Un artista experto puede usar las hojas de bisturí con una precisión tan delicada que corte rebanadas de tejido de apenas unos milímetros de espesor, conservando intactos los bordes y las relaciones estructurales. Para estos artistas, las hojas de bisturí son extensiones de ellos mismos».

Ahora viene un lamento cuya primera frase comparto: «Pero esta forma de arte -esta belleza- está muriendo. Así como la medicina evoluciona, lo hacen los programas de residencia en Patología, que cambian y crecen. Se reduce el tiempo que los residentes dedican a la inclusión de las muestras para que dispongan de más tiempo con el microscopio. Entre la preparación de artículos para publicación, la recolección de datos para la investigación y la elaboración de carteles para los congresos, los residentes tienen serias dificultades para equilibrar el tiempo entre la inclusión de las muestras y su análisis al microscopio. Y su preocupación es comprensible, porque la habilidad diagnóstica con el microscopio es un bien muy preciado para quienes pasarán a ser patólogos titulados en poco tiempo».

Aunque la información que se obtiene del examen con el microscopio es la que finalmente permite hacer el diagnóstico, planear el tratamiento y estimar el pronóstico, Nash insiste en fomentar el valor de una buena descripción macroscópica: «Los más pequeños detalles de una muestra diminuta pueden pasar desapercibidos para quien no toma en cuenta el arte de la patología macroscópica. Para alguien que no comprende cómo un fragmento de tejido puede proporcionar tal cantidad de información valiosa».

El artículo termina con las siguientes consideraciones: «La clave para convencer a los residentes de la importancia de que incluyan las biopsias es hacerlos conscientes y orgullosos de que la forma en la que trabajen ese pedacito de tejido café rosado afectará la vida de un ser humano. Y que ese enfoque es válido tanto para una simple biopsia obtenida por endoscopia, como para el espécimen más complejo producto de una gran resección quirúrgica».

«Los pacientes no saben lo que hacemos en el laboratorio de patología. […] Somos la parte invisible del equipo sanitario, aunque jugamos un papel decisivo para establecer el diagnóstico correcto. Es probable que esto no cambie, pero debemos convencer a los residentes de que siempre estén conscientes de ello y que nunca olviden lo que los motivó a estudiar Medicina: ayudar a los pacientes. […] Tal vez si les mostramos a nuestros residentes la belleza que puede haber en el área de inclusión, cambiaremos su manera de pensar. Ese pedacito de tejido café rosado en la mesa del laboratorio tiene una belleza oculta que espera ser descubierta».

Quienes tienen la fortuna de formar residentes de Patología (que, lamentablemente, no es mi caso), deben reflexionar sobre lo que nos dice Cory Nash.

Publicado por Luis Muñoz

Soy médico anatomopatólogo. Me gusta la lectura, la divulgación científica, reflexionar sobre el quehacer cotidiano, el entorno y las lecciones de la historia.

2 comentarios sobre “UN ARTE EN VÍAS DE EXTINCIÓN

  1. Muy apreciado Luis excelente y bello escrito, me transportó varias décadas atrás cuando llevé, como parte de la maestría, las asignaturas de técnica histológica y microscopía electrónica donde me enseñaron la importancia de las tareas de obtención de la muestra y de inclusión. Un abrazo.

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